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viernes, 26 de diciembre de 2014

Una vida.

A veces desearía entrar en un sueño profundo en el que sólo estuviera haciendo lo que más me gusta, bailar. Está claro que a todos nos gustaría que nuestros sueños se hicieran realidad uno tras otro. Pero seamos sensatos, eso no ocurre por sí solo, pero sí si te esfuerzas por conseguirlos. Nadie te va a venir y te va a dar todo lo que tú quieras así sin más, ya que en este mundo nadie va a mirar por ti. Encontrarás a personas que compartan tu misma pasión, tu mismo sueño y que harán que el camino sea más llevadero, pero recuerda que si todos queréis la misma meta, a lo mejor no hay sitio para todos. Ahí te das cuenta que sólo dependes de ti para alcanzar tus metas y tus sueños, y que deberás esforzarte al máximo cueste lo que cueste. Y en mi caso, en el mundo de la danza, con más razón; ya que en este mundo todo el que te pueda tirar y hacerte creer durante un mínimo segundo que no vales lo va a hacer, porque no hay sitio para todos y no triunfará el mejor, si no el que más sienta la danza, la música y los sentimientos más profundamente. Ese será el verdadero vencedor. Cuando bailas para vivir, y vives para bailar, eso es pasión. Y yo la tengo grabada en piel y vena.

sábado, 17 de mayo de 2014

Un sentimiento clavado en las venas.

Sabéis qué pasa? Que hay veces en la vida en la que necesitas desahogarte, olvidarte de todo, dejar de pensar en todos los problemas que hacen que te comas la cabeza y alejarte del mundo para poder liberarte completamente. Cada uno elige lo que quiere para hacerlo, incluso hay personas que con desahogarse con alguien les vale. Yo no, yo busqué y encontré justo lo que necesitaba, lo que había necesitado siempre y no me había dado cuenta hasta ahora, bueno, hasta hace algún tiempo. Elegí el baile, la danza, como estilo de vida, como forma de vida. Me centré en el Hip Hop y la Danza Contemporánea, y creo que es la mejor decisión que he tomado en mi vida. Para ser feliz y no pensar en nada simplemente necesito una sala con espejos, mis zapatillas o mis punteras o arañas y una música de fondo. Porque cada vez que hago eso mi cuerpo se libera, en cuanto el ritmo entra en mi cuerpo sólo es dejarse llevar, dejar que la mente actúe sola y mis movimientos me trasladen al mundo que quiera. Mucha gente dirá que es fácil, que es un simple hobby, JÁ! me río de ellos. No saben lo que es estar horas y horas sacrificándote por ello, dándolo todo en cada clase, ensayo entrenamiento y actuación. Porque si tengo que llenarme todo el cuerpo de moratones y señales para demostrar lo que valgo lo haré sin pensar en nada ni en nadie. Al subir a un escenario, soy otra persona completamente diferente, es como estar en otro mundo en el que puedes ser tú misma sin miedo a nada y sin prejuicios. Cuando sientes la mirada y el calor del público, pero sobre todo cuando escuchas esos aplausos que significan que todo tu sacrificio ha merecido la pena, es la mejor sensación del mundo. Mirar a la gente y ver a esas personas que quieres con una sonrisa en la cara gracias a tu trabajo... es una sensación tan gratificante que es imposible de explicar. Este mundo es difícil, duro, y mucha gente te criticará hagas lo que hagas, pero eso sólo te tiene que dar fuerzas para seguir adelante y conseguir tus metas y tus sueños, y después de comprobar todo lo que el baile me ha hecho sentir y experimentar estoy segura que nada ni nadie me va a hacer caer.













martes, 28 de enero de 2014

Rabia.

Sentimientos confundidos, que no saben qué hacer... Piensas y le das vueltas a la cabeza para tranquilizarte y buscar una solución más pacífica. La clave está en no llenarse de cólera porque eso sólo es un cúmulo de gritos y enfados. Lo mejor es dejar el pasado enterrado, porque duele ver que todo el mundo sonríe menos tú y a pesar de todo mañana es otro día y el ayer ya es pasado. Mira cara a cara a todo el mundo y enfrenta tu reto que nada ni nadie te va a hundir si tú te lo propones. Acumula esa rabia y déjala a un lado, a veces lo mejor es  mirar para otro lado. Y si no, píntate tú un nuevo mundo, en el que las palabras de la gente se las lleve el viento.