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martes, 9 de febrero de 2016

Momentos de la vida

Llega un punto en el que no sabes qué hacer con tu vida. No sabes si las decisiones que has tomado han sido las correctas o si vas por el camino adecuado para conseguir tus metas. Ni si quiera sabes si esas metas son las que de verdad quieres.
No sabes si ese amor que dejaste ir era el amor de tu vida, o sólo alguien que te enseñó a amar para poder hacerlo con otra persona. O si vas a encontrar a una persona que te llene, o que te ayude a vivir esa historia que tienes en mente y que parece de película.
Una de mis metas es esa, vivir un amor de película. De esos que te dejan sin aliento y pasas las noches en vela ilusionada pensando en mil planes para vivir. De los que cuando estás en casa deprimida o enferma esa persona aparece con chocolate y una peli para pasar la tarde contigo. De los que de repente, a las 8 de la tarde, te suena el móvil y tienes un whatsapp que pone: te recojo a las 10, ponte guapa. De los que las mejores tardes juntos son aquellas paseando por Madrid sin saber a donde ir, sin planearlo. De los que podrías estar hablando con él las 24 horas del día, pero que con hablar un ratillo al día y escuchar algo bonito te sirve para mantener viva esa ilusión del principio. Un amor de esos, de los de verdad, aunque no sea para siempre, aunque sea pasajero.
Pero claro, esa es una de esas metas que no sabes ni si la vas a conseguir, ni si quiera si vas a estar al borde de experimentarla.